En pleno siglo XX la importancia que han cobrado los medios de difusión masiva los torna aliados importantísimos o enemigos de temer en lo que respecta a concientizar a la población acerca de la problemática ambiental en general y la pérdida de la diversidad ambiental y gen‚tica en particular.
Hasta el presente, si bien se nota en los últimos años una mayor proporción de noticias ambientales en la prensa oral y escrita, la mayoría de las veces responde a un reflejo de las agencias noticiosas internacionales que a un genuino interés en la cuestión.
Así los argentinos estamos bien informados del derrame de petróleo de la Exxon en Alaska, de la lluvia ácida que acaba con los bosques de Europa y nos lamentamos por la pérdida de la selva amazónica y la extinción del oso panda en China. Pero, ¿quién sabe algo acerca de las selva misionera, más amenazada incluso que la amazónica? O ¿quién ha perdido el sueno por la extinción del yaguareté o el huemul? Lejos de criticar a quienes se preocupan como ciudadanos del mundo por la suerte ambiental del planeta, queremos significar que existe una tendencia a evadirse de nuestra realidad cercana, inmediata, donde podemos aportar soluciones o colaborar personalmente para corregir situaciones preocupantes. Y en todo esto el papel de los medios de difusión formando conciencia dista mucho aún de resultar el ideal.
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